Dejar las cosas para el último momento es una mala idea en logística. Esto lleva a trabajar de forma apresurada y a caer en problemas y retrasos de lo más habituales. Podemos encontrarnos desde descoordinaciones entre equipos comerciales y de producción en las fechas en que está lista la carga, hasta fallos en la documentación, retrasos por pagos… circunstancias que, sumadas, pueden repercutir de forma fatal en dos niveles:
- Plazo: Congestión en los puertos, problemas con el papeleo o aduanas son algunas de las pequeñas complicaciones que pueden afectarnos de forma cotidiana. Si además trabajamos con fechas muy ajustadas, pueden convertir una operación logística que prometía grandes ganancias en un desastre económico.
- Precio/espacio: La ley de la oferta y la demanda se revela en estado puro en fechas de estrés logístico. Todo el mundo quiere realizar importaciones y exportaciones de cara a unas mismas fechas y el espacio es finito, por lo que los precios subirán, complicando la viabilidad de nuestro envío. Cumplir el plazo en tal situación pueden requerir un precio que exceda con mucho nuestro presupuesto.
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