Hay empresas que no necesitan mover productos. No necesitan cargar en camiones y llevar físicamente lo que ofrecen hasta sus compradores. Sin embargo, entre las que tienen que recurrir a hacer envíos, la opción de subcontratar un proveedor de transporte gana con claridad.
Tiempo
El tiempo es oro. Y, además, es finito. No tenemos a nuestra disposición una reserva interminable de horas, por lo que debemos seleccionar a qué dedicamos el tiempo del que disponemos. En una empresa, esto puede suponer la diferencia entre poder enfocarnos en aquello en lo que nuestro producto crea valor (por ejemplo, fabricar las zapatillas más cómodas de nuestro mercado objetivo) o tener que dividir nuestro tiempo con la tarea de montar las soluciones logísticas de la empresa.
Experiencia
Otra forma de perder tiempo (o ahorrarlo, si optamos por contratar un proveedor de transporte) es la cantidad de horas necesarias para crear, formar y engrasar un equipo. Más aún si se trata de todo un sistema logístico, pero también si se trata solo de una parte (por ejemplo, crear un almacén de mercancía y preparación de pedidos).
La experiencia de años, el tener un equipo rodado y compenetrado es algo a lo que un buen proveedor de transporte nos permite acceder de forma instantánea. Y a apenas una fracción del coste de construirlo por nuestra cuenta desde cero.
Especialización
Los servicios de transporte son prácticamente innumerables. Sin salirnos de lo más convencional, tenemos envíos de paquetes, de palés sueltos, de grupajes, con entregas en el día, económicos, en grandes superficies, despaletizaciones…
Pero si queremos complicarnos la vida podemos dar el salto a la logística de productos farmacéuticos, a la temperatura controlada o congelada, a las medidas especiales, los camiones pluma, etc.
Si ya es difícil replicar el funcionamiento de un operador logístico convencional, hacerlo con alguna de estas clases especializadas es redoblar la apuesta. Y a veces lo mejor es no apostar.
Cobertura
Por grande que sea una empresa, no es lo mismo tener un departamento comercial en otro continente que tener allí la necesaria capacidad logística para distribuir lo que vendemos. Mientras que avances como internet han facilitado la venta de productos en lugares lejanos, sigue siendo necesario que alguien los lleve hasta allí.
El caso internacional seguramente sea el más visual, pero a escalas menores nos enfrentamos con el mismo fenómeno. Compañías que tradicionalmente han tenido sus ventas en un área geográfica determinada y que a la hora de querer dar el salto a nuevos destinos tienen que plantearse también su logística.
El caso arquetípico sería el de la compañía que se hacía su propio reparto local pero que al dar el salto a la comercialización a nivel nacional se da cuenta de que es imposible escalar su logística y seguir abarcándola. Por lo que tiene que recurrir a un nuevo proveedor logístico.
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