El propósito del sistema de empaque es facilitar el acopio, empacado y clasificación de mercancías para su envío, protegiéndolas de riesgos físicos y ambientales durante su almacenamiento y transporte. Su última función es motivar al consumidor para que adquiera el producto, garantizándole que éste se encuentra en las mismas condiciones de calidad que tenía al momento de su recolección o fabricación.
Las funciones del empaque son varias y se dividen en dos: estructurales y modernas.
Las estructurales tienen que ver con la parte física del producto. Estas pueden ser:
- Compatibilidad: El empaque debe ser compatible con el producto para evitar que haya transmisión de aromas, o que la mercancía se contamine con microorganismos.
- Contenido: El empaque debe tener una capacidad específica para que el producto se encuentre bien distribuido.
- Capacidad de retención: Un buen empaque debe preservar los atributos del producto.
- Practicidad: Los empaques deben poder armarse, llenarse y cerrarse fácilmente.
- Comodidad: El empaque debe ser cómodo para facilitar su manejo por parte del comerciante y el transportista.
Cuando se trata de la conservación de un producto perecedero o ‘delicado’, los empaques también cumplen funciones adicionales como la de separar, aislar, amortiguar, fijar y sellar.
Por otra parte, las funciones modernas son las que se relacionan con la presentación y exhibición, donde lo ideal es que el empaque logre que el producto pueda venderse por sí mismo.
Escribir comentario